sábado, 27 de septiembre de 2014

El Día Mundial del Turismo se celebra todo el año


Por Félix Tomillo Noguero (1986)
Desde 1970, el principal organismo internacional de turismo transmite un mensaje a la humanidad el día 27 de septiembre, con el propósito de que, no sólo en esa fecha si no también a lo largo de todo el año, se difunda, se reflexione sobre él y se obre en consecuencia.


Para el curso 1986-87, la Organización Mundial del Turismo ha elegido el siguiente lema: el turismo, una fuerza viva al servicio de la paz mundial.

Es probable que a algunas personas les gustara más una convocatoria de contenido económico, laboral, técnico o estético. Sin embargo, la OMT prefiere lo fundamental, aunque, en determinados oídos, suene a hueco o a repetido.

Es difícil conceder al turismo una utilidad mayor. Y es difícil encontrar una meta tan importante para la humanidad. Por ello, conviene analizar la profundidad de ese mensaje, si bien habrá que hacerla con la superficialidad que se deriva de un artículo.

Podemos partir del examen de la historia, porque su significado transciende a nuestro ser actual y sirve de apoyo a la prospección del futuro.

Historia del turismo exterior.

Simplificando la historia del primitivo turismo (que es la historia de la conjunción del viaje pacífico y de la hospitalidad al transeunte), tres tipos de hechos, relativos al extranjero-persona y al extranjero-espacio, destacan sobre el resto: los sucesos de negación, de discriminación y de indiscriminación.

La negación existe cuando el individuo o la sociedad son hostiles al viaje o a la hospitalidad. Desgraciadamente, el tiempo es testigo permanente de numerosos casos de misantropía y xenofobia, que culminan en introspección, hipocondría, melancolía, hermetismo, ritos mágicos de desinfección, malos tratos, cárcel, esclavitud, sacrificios humanos…

Probablemente, todos los rincones del orbe han adolecido de negación, en una fase de su historia. En la interminable lista de nombres propios, correspondiente a la era precristiana, aparecen, con relieve especial y por distintas razones, sujetos como el genocida egipcio Busiris, tribus como la generalidad de las de América, ciudades como Sodoma, Gueba y la Esparta de la involución, comarcas como la Frigia del mito de Filemón y Baucis, comunidades como las hinduistas (cuyo código de Manú equipara al extraño con el paria, la casta indigna derechos y, consiguientemente, privada de ellos), imperios como los del Extremo Oriente (a pesar de las filosofías o religiones que invitan a caminar)… La totalidad desprecia hasta límites bárbaros al extranjero. No obstante, algunos conocen a veces cierto turismo interior o doméstico.

En el menos malo de los supuestos, la negación supone un rechazo de la convivencia humana, del contagio de vivencias e intelectos. Esta actitud no facilita ni el progreso personal, ni la paz ecuménica.

La discriminación se da cuando el extranjero es objeto de selección. Las relaciones internacionales son incompletas, desiguales, restringidas, restrictivas y, lo que es peor, excluyentes. El que no pertenece al coto cerrado que engendra cualquier fórmula de discriminación, carece prácticamente de posibilidades de acceder a él; si lo intenta, entra en la derrelicción, porque el coto adopta, frente al ajeno, la postura de negación.

La discriminación arranca de un tratado internacional, de un contrato privado o de un tratado-contrato, celebrados normalmente de manera solemne. Sus acuerdos no generan por sistema corrientes de doble sentido; en ocasiones, sólo una de las partes está obligada a asegurar hospitalidad. Por lo demás, estos pactos suelen regular alguna de las siguientes cuestiones: participación en el comercio, en el culto, en competiciones (deportivas, 1iterarias, artísticas, etc.), presencia de espectáculos, disfrute de actividades lúdicas, salutíferas o educativas, representación ante las instancias oficiales…

La terminología de estos pactos es variadísima ("hospitium publicum", "proxenia", ”clientela", "patronatus”, "comitatus”, etc.), lo que demuestra la enorme riqueza de matices de la discriminación; a veces, ésta se esconde en estipulaciones aparentemente desconectadas del turismo ("amphiktiona", "foedus", "municipium", etc.).

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