martes, 27 de septiembre de 2016

El Turismo y el Quijote (y III)


Un 27 de septiembre más publicamos una entrada del blog para celebrar el Día Mundial del Turismo. En esta ocasión concluimos la trilogía relativa a la conferencia de Félix Tomillo Noguero "El Turismo y el Quijote" del año 2005, aportando una visión sobre las infraestructuras viarias y de atención a los viajeros de aquella época.

Entre el siglo XVI y XVII las comunicaciones y los desplazamientos eran "escasos, lentos, difíciles, deficientes, peligrosos y caros" debido a la falta de una buena red de caminos, a la deficiencia constructiva y ausencia de mantenimiento, a la casi nula seguridad de los viajeros, a la carestía de los viajes, etc. Solo los desplazamientos por mar resultaban más sencillos, baratos y seguros.

El bandolerismo "ponía en peligro la vida y el patrimonio de los caminantes, así como la economía del área territorial afectada". Era recomendable viajar siempre acompañado, aunque Don Quijote hiciera su primera salida 'extrañamente' él solo. Los bandoleros operaban sobre todo en zonas montañosas de toda la península y tuvieron una especial presencia y relevancia en Cataluña, a la que Felipe II aludía en 1565 diciendo que "es imposible viajar... sin patente riesgo de la vida". Solo los cuadrilleros 'mangas verdes' de la Santa Hermandad lograban a duras penas mantener a raya a los malhechores... cuando llegaban a tiempo (de ahí la expresión "a buenas horas, mangas verdes"). Podemos imaginar el tiempo de reacción de estos guardias civiles de la época sabiendo, por ejemplo, que en El Quijote (I,45) el ventero también era cuadrillero de la Santa Hermandad.

El personaje Pacino de la serie "El Ministerio del Tiempo" hace de cuadrillero de la Santa Hermandad

La Santa Hermandad de Castilla era una milicia civil creada en 1476 por los Reyes Católicos con misiones primordiales como la de proporcionar seguridad en los caminos y perseguir el bandolerismo. "Por esto, puede considerarse como una especie de policía turística", según Félix Tomillo Noguero. Sus antecedentes son las Asambleas de Paz y Tregua de Dios (en Cataluña, s.XI) y las múltiples hermandades instituidas en el resto de la península desde el s.XII: Hermandad de Asturias, de Valladolid, de la Marina de Castilla, de Guipúzcoa, Álava, Toro... las Irmandades gallegas, etc. Se la considera el primer cuerpo policial de ámbito nacional en Europa y fue extinguida en 1834. Su sucesor natural fue la Guardia Civil, creada en 1844 también ante el acuciante y endémico problema del bandolerismo en el ámbito rural e interurbano, mientras que la Policía General del Reino (actual Cuerpo Nacional de Policía) ya operaba en el ámbito urbano desde 1824.

En aquella época, los caminos eran reales, comunes (de municipios) o privados, según de qué entidad dependieran; aunque en general eran los municipios los que más competencia ejercían sobre las vías, recurriendo al Consejo Real de Castilla y a otras instituciones, autoridades civiles y eclesiásticas para sufragar las obras más costosas, como los puentes. Félix Tomillo Noguero repasa profusamente el legado prerromano (celtas e íberos) y romano a las comunicaciones en la península, destacando las técnicas constructivas romanas que permitieron la durabilidad de calzadas y vías terrenas. Las aún transitables en los siglos XVI y XVII se denominaban 'caminos reales' y servían de caminos carreteros. Los puentes de piedra son, además, un legado romano que en muchos casos ha perdurado hasta nuestros días: en unos casos casi intactos y en otros sirviendo de base a reconstrucciones o reformas posteriores ("muchos de los llamados 'puentes romanos' no son tales, sino medievales").

Puente romano de Alcántara (Cáceres), construido en el s.I

Además del legado de Roma, llegan hasta la época estudiada los caminos ('arrecifes' o 'balatas') y puentes ('alcántara') musulmanes. Con los Reyes Católicos se construyen caminos para la trashumancia y vecinales entre poblaciones cercanas. No obstante, el estado de los caminos en general no era el más apropiado para transitar con carruaje -al menos en trayectos largos- y lo más habitual eran los desplazamientos a pie o en caballería; siempre con el riesgo de perderse por los andurriales (Covarrubias: "lugares que se anda por ellos sin camino ni senda") por no poder distinguir físicamente por dónde discurre la vía original.

Las autopistas de entonces eran los caminos con pavimento; esto es, los caminos carriles o carreteros, que eran los menos malos, los más vigilados y los que acogían casi todas las postas y la mayoría de las ventas. Por los caminos de herradura no podían transitar carruajes, sino solo caballerías. En cuanto a las vías pecuarias (cañadas, cordeles, veredas y un sinfín de denominaciones más), los Reyes Católicos ampliaron el ancho regulado por Alfonso X El Sabio en las tres categorías, reforzando así la importancia que estos caminos tenían para la ganadería en España y cuyo legado -ahora dependiente de las Comunidades Autónomas- ha llegado a nuestros días (unos 125.000 km en todo el territorio nacional, de los cuales 21.100 km recorren Castilla y León).

La trashumancia sigue dejando estampas curiosas en ciudades como Madrid

A pesar de todo, algunas vías principales tenían curiosas deficiencias, como la Vía Augusta que unía Córdoba y Sevilla, que entre los siglos XVI y XVII no contaba con un solo puente. Como tampoco había barcas para cruzar el río, solo quedaba la opción del vadeo. En El quijote se cuenta que <<el pastor llegó con su ganado a pasar el río Guadiana, y en aquella sazón iba crecido y casi fuera de madre, y por la parte que llegó no había barca ni barco, ni quien le pasase a él ni a su ganado de la otra parte>>, I,20.

En cuanto a las infraestructuras hosteleras de la época de El Quijote, dice Félix Tomillo Noguero que "a los hombres de hoy, propensos a creernos que somos el ombligo de la historia, nos sorprende el abanico de alojamientos, cafeterías y restaurantes de entonces:

1. Para descansar: ventas, ventillas, ventorros, ventorrillos, mesones, hosterías, casas de postas, hospederías monásticas, hospitales de peregrinos, ciertos templos parroquiales, colegios universitarios, casas particulares, manidas...
2. Para alimentarse: en los establecimientos anteriores y en los especializados: tabernas, bodegas, bodegones, bodegoncillos, bodengoncillos de puntapié, figones, malcocinados, pastelerías, refectorios... En algunos de estos establecimientos, se ofrecían divertimentos."

La posada no era específicamente un establecimiento, sino como indican los orígenes etimológicos del término es un lugar donde parar, hacer una pausa, reposar, descansar... <<Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, amén del lecho, porque en esta venta no hay ninguno, todo lo demás se hallará en ella en mucha abundancia>> I,2.

Las ventas "se situaban en los caminos, en lugares despoblados", funcionando "como una especie de motel y punto de encuentro" y con más o menos servicios complementarios: taller de reparaciones, mercadillo, servicio de fuego, de cocina, bar, restaurante, club de alterne, casa de juego, representaciones teatrales, etc. En El Quijote la "venta" se menciona 169 veces, mientras que "mesón" solo 12. Los mesones se situaban en núcleos de población y eran conjuntamente hotel y restaurante facilitando alojamiento y comida a los huéspedes, así como otros servicios complementarios (como en el caso de las ventas): casa de postas, mercadillo, teatro, sala de juegos, etc.

El mesón El Portalón (Vitoria) del s.XV es ahora un renombrado restaurante

La dimensión y comodidad del alojamiento era muy dispar; podemos suponer el nivel en función de las denominaciones que podían tener los dormitorios: "aposentos, alcobas, cámaras, camaretas, camarillas, camaranchones, cuartos, cubículos, covachas, cuchitriles, chiscones, leoneras, tabucos, etc. Podían ser habitaciones individuales, dobles, triples y... colectivas comunes para muchos huéspedes o “camaradas” (según Covarrubias)." Sus clientes eran generalmente de clase media-alta, además de los transportistas (arrieros, carreteros, recueros...) que tenían el privilegio amparado legalmente de pagar de 3 a 6 veces menos que el resto.

Félix Tomillo Noguero también menciona los hospitales de peregrinos, cuyo mayor exponente por los 9 siglos que lleva hospedando hasta hoy es el Hostal de San Marcos, actual Parador de León ("hostal" es una abreviatura o contracción de "hospital), así como las hospederías monásticas. Por último, repasa algunos términos, usos y productos de la cocina de la época, que al lector de ésta le gustará degustar como antaño en bodegones, figones, pastelerías y refectorios. Vale.