El primer número de la revista Homo Viator publicada en 2010 no solo contenía una interesante entrevista a Félix Tomillo Noguero de la que ya hemos escrito en el blog ("El Turismo se organiza en dos unidades estructurales: el viaje pacífico y de motu proprio, y la hospitalidad prestada"), sino también un artículo que recoge parte de una investigación amplia sobre la hospitalidad como acogida del foráneo por parte de las sociedades tribales y urbanas de la antigua Grecia.
¡Cuánto nos enseñan y cuánto nos falta por aprender de los aqueos, dorios, jonios y eolios, cuya instalación en Grecia, islas del Egeo, Sicilia y diversas zonas del litoral mediterráneo, fue
la génesis de la gran civilización de la Hélade o Antigua Grecia! Así exclama Félix Tomillo en un artículo que trata de deconstruir, a través de textos de Homero y Platón fundamentalmente, el concepto de 'philoxenia'; o lo que es lo mismo, el concepto de hospitalidad.
En primer lugar realiza un análisis filológico de varios términos como philoxenia ("la palabra semánticamente más rica en contenido y más bella por su hechuras"), kakoxenia o xenophobia, anfitrión, huésped... Anfitrión (Amphitryon) era el nombre del rey de Tebas, espléndido en los banquetes que daba. Tuvo a Zeus como huésped y éste se acostó con la esposa del anfitrión "de conformidad con una inveterada tradición".
Artículo en la revista Homo Viator (p. 212) |
En lo más profundo de la historia de la Antigua Grecia se atisban comportamientos poco cívicos pero gradualmente se transita de los asaltos a los viajeros y visitantes a prestarles protección político-religiosa, creando paulatinamente "una ética personal y una conciencia popular o ética social". Son los dioses del panteón heleno (Zeus, Atenea Xenia, Hermes, las Erinias o Euménides...) auténticos "patrones de la hospitalidad", los que mediante sus atributos relatados por los literatos como Homero, Esquilo, Platón, etc. realizan una gran "aportación a la teología del turismo". Y el indisoluble binomio religión-política de la Época Arcaica (s. VIII a.c.) traslada a la práctica sus preceptos: "la hospitalidad ha de prestarse litúrgicamente conforme a unas normas éticas precisas", hasta en la guerra (los griegos "ponían orden en el proceso de la contienda: las polémicas debían ser de día, realizarse en una llanura a campo abierto, combatiendo cuerpo a cuerpo, ¡conociendo la genealogía del rival!, etc.").
La hospitalidad asiste incluso a los enemigos porque "tanto en las leyes de hospitalidad griegas como en las leyes de hospitalidad de los pueblos semitas el enemigo es un individuo o grupo con el que se mantiene un conflicto, litigio o discrepancia, que, al menos de momento, no ha estallado violentamente, ni degenerado en ofensa ni daño o perjuicio material". El enemigo es un peligro potencial, un riesgo, y cuando se incumple el deber de dar hospitalidad "se comete naturalmente xeno-phobia o inhospitalidad y procede condenar y aplicar sanciones".
Concluimos este vistazo animando al lector a vivir su particular 'odisea' descubriendo mucho más en el propio artículo y concluimos con una frase lapidaria del cardenal francés Jean Daniélou que recuerda Félix Tomillo: la comunidad humana se construye «cada día que el extranjero deja de ser enemigo y se convierte en huésped».
Leer el artículo completo (página 212)