lunes, 31 de agosto de 2015

La Hospitalidad en la Antigua Grecia: de la Odisea a las Leyes


El primer número de la revista Homo Viator publicada en 2010 no solo contenía una interesante entrevista a Félix Tomillo Noguero de la que ya hemos escrito en el blog ("El Turismo se organiza en dos unidades estructurales: el viaje pacífico y de motu proprio, y la hospitalidad prestada"), sino también un artículo que recoge parte de una investigación amplia sobre la hospitalidad como acogida del foráneo por parte de las sociedades tribales y urbanas de la antigua Grecia.

¡Cuánto nos enseñan y cuánto nos falta por aprender de los aqueos, dorios, jonios y eolios, cuya instalación en Grecia, islas del Egeo, Sicilia y diversas zonas del litoral mediterráneo, fue
la génesis de la gran civilización de la Hélade o Antigua Grecia! Así exclama Félix Tomillo en un artículo que trata de deconstruir, a través de textos de Homero y Platón fundamentalmente, el concepto de 'philoxenia'; o lo que es lo mismo, el concepto de hospitalidad.

En primer lugar realiza un análisis filológico de varios términos como philoxenia ("la palabra semánticamente más rica en contenido y más bella por su hechuras"), kakoxenia o xenophobia, anfitrión, huésped... Anfitrión (Amphitryon) era el nombre del rey de Tebas, espléndido en los banquetes que daba. Tuvo a Zeus como huésped y éste se acostó con la esposa del anfitrión "de conformidad con una inveterada tradición".

Artículo en la revista Homo Viator (p. 212)

En lo más profundo de la historia de la Antigua Grecia se atisban comportamientos poco cívicos pero gradualmente se transita de los asaltos a los viajeros y visitantes a prestarles protección político-religiosa, creando paulatinamente "una ética personal y una conciencia popular o ética social". Son los dioses del panteón heleno (Zeus, Atenea Xenia, Hermes, las Erinias o Euménides...) auténticos "patrones de la hospitalidad", los que mediante sus atributos relatados por los literatos como Homero, Esquilo, Platón, etc. realizan una gran "aportación a la teología del turismo". Y el indisoluble binomio religión-política de la Época Arcaica (s. VIII a.c.) traslada a la práctica sus preceptos: "la hospitalidad ha de prestarse litúrgicamente conforme a unas normas éticas precisas", hasta en la guerra (los griegos "ponían orden en el proceso de la contienda: las polémicas debían ser de día, realizarse en una llanura a campo abierto, combatiendo cuerpo a cuerpo, ¡conociendo la genealogía del rival!, etc.").

La hospitalidad asiste incluso a los enemigos porque "tanto en las leyes de hospitalidad griegas como en las leyes de hospitalidad de los pueblos semitas el enemigo es un individuo o grupo con el que se mantiene un conflicto, litigio o discrepancia, que, al menos de momento, no ha estallado violentamente, ni degenerado en ofensa ni daño o perjuicio material". El enemigo es un peligro potencial, un riesgo, y cuando se incumple el deber de dar hospitalidad "se comete naturalmente xeno-phobia o inhospitalidad y procede condenar y aplicar sanciones".

Concluimos este vistazo animando al lector a vivir su particular 'odisea' descubriendo mucho más en el propio artículo y concluimos con una frase lapidaria del cardenal francés Jean Daniélou que recuerda Félix Tomillo: la comunidad humana se construye «cada día que el extranjero deja de ser enemigo y se convierte en huésped».

Leer el artículo completo (página 212)