Hoy presentamos un breve estudio realizado por Félix Tomillo Noguero en 1999 en el que analiza el concepto y la historia, la evolución y el presente (de aquel año) del sector hotelero en España. El documento de apenas treinta páginas tiene actualmente un doble valor: El histórico y el estadístico.
Fiel a su espíritu didáctico, el autor realiza en primer lugar un análisis etimológico, histórico y conceptual de los términos que se manejan en el estudio. Los lectores curiosos se regocijarán, además, descubriendo algunos datos como, por ejemplo, que la palabra "hotel" es más reciente de lo que cabría pensarse. Esta voz no fue recogida en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) hasta 1899, aunque se haya documentado su primer uso en 1855. Decía entonces Félix Tomillo Noguero que "así pues, señoras y señores, da la casualidad de que estamos celebrando el primer centenario del bautizo de 'hotel' como miembro de la gran familia del léxico hispánico".
Remontándose en el origen, el término "hotel" nos llega por vía francesa, al francés por vía occitana ("hôtelier") y finalmente del latín "hospitale" (habitación para huéspedes), término extendido por los monjes benedictinos cluniacenses. "Quiere esto decir que los hospitales originariamente no eran casas de enfermos, como se entienden hoy, sino casas de huéspedes y viajeros".
El Monasterio de Santa María de Sobrado (A Coruña) viene dando refugio a peregrinos del Camino de Santiago desde el 952 hasta la actualidad. |
Elogia la definición de "hotel" que refleja la RAE por ser "la más próxima a la cultura turística": Establecimiento de hostelería capaz de alojar con comodidad a huéspedes o viajeros. Con independencia de otras consideraciones, esta definición se compone de 4 aspectos esenciales para un hotel: Establecimiento, hostelería, comodidad y huéspedes y viajeros. Félix Tomillo Noguero desmenuza estos componentes y apunta varios datos interesantes. Por ejemplo que "el factor originario" de la actividad de la hostelería es el alojamiento y el "factor derivado" es la comida. "Ante esta valoración, no nos debe extrañar la afirmación repetida por los maestros más ilustres que, después de las atenciones personalizadas, lo más importante dentro de un hotel es la cama".
Sobre la comodidad que ha de procurarse en un hotel ("conveniencia, conjunto de cosas necesarias para vivir a gusto y con descanso"), "se concentran el conjunto de las atenciones que deben reunirse para obtener la perfecta hospitalidad". Cuenta una anécdota moderna que viene a colación de la relación inveterada -durante milenios- entre religión y la "buena hospitalidad": Una célebre cadena hotelera española (desconozco cuál puede ser) solo contrata a jóvenes profesionales que se declaran creyentes y superan un test sobre cuestiones éticas (actualmente este método de selección sería ilegal, o cuando menos discutible legalmente). Pueden ser cristianos, mahometanos, budistas o judíos, "pero han de pertenecer a algún credo y demostrar sus criterios morales. Han observado que el sentido de la responsabilidad [...] se conserva en niveles altos entre los individuos que poseen referencias claras del bien y del mal".
Hotel Alfonso XIII, en Sevilla, inaugurado en 1929. |
Especialmente interesante es el microanálisis que realiza sobre los antecedentes históricos de los hoteles y sus innumerables denominaciones: Posada, mesón, parador, albergue, fonda y venta son los más característicos desde el siglo XII. Pero también se han utilizado otras múltiples denominaciones para estos establecimientos en razón de su ámbito geográfico (caserna, tambo...), de su ubicación extramuros de los núcleos urbanos (alquería, ventorro...), de su referencia a los huéspedes (casa de patrona, casa de huéspedes...), de su dotación especial (casa de postas, casa de dormir...), etc.
En la evolución de la industria turística, distingue entre lo ocurrido antes de 1974 y después, puesto que solo a partir de esa fecha existen datos homogéneos susceptibles de comparación. De la primera etapa cabe destacar algunos aspectos como que la hotelería era la "columna vertebral de la industria turística"; la oferta extrahotelera era casi inexistente. Bien es cierto que en esta etapa acontecieron hitos destacables en el primer tercio de siglo, como la creación de los míticos grandes hoteles urbanos, la promoción turística española del "sol y playa" en el extranjero (además de algunos destinos específicos, recursos culturales, etc.) y la inauguración de Paradores en 1928. La clasificación de los hoteles en cinco categorías con el distintivo de las estrellas se introdujo en España en 1968.
Cartelería de promoción turística. Cartel Litográfico. Rafael de Penagos, Valladolid, 1929. Patronato Nacional de Turismo. Fuente: IET. |
A partir de 1974 el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó a elaborar estadísticas oficiales sobre la demanda hotelera. En cuanto a la oferta, las estadísticas oficiales proceden de la Administración Turística y solo son rigurosamente comparables con las hechas desde 1970, ya que durante los 80 las competencias pasaron a las 17 Autonomías y "como imaginarán bien los conocedores de la política española, algunas Comunidades Autónomas se vienen comportando al margen de los modelos diseñados para toda España". A pesar de ello, la labor de investigación que han realizado las asociaciones empresariales y profesionales, así como las Escuelas de Turismo y empresas consultoras, ha facilitado poder disponer de datos suficientemente rigurosos.
En el último cuarto del siglo XX (1974 a 1998) el número de establecimientos hoteleros en España aumentó en un 78% (de 3.398 a 6.039), concentrando la mayoría de los hoteles en las categorías de 2 y 3 estrellas (más del 60% en 1998). En porcentaje similar en torno al 80% crecieron el número de habitaciones (de 269.183 a 496.807) y el número de plazas o camas (de 521.106 a 956.447).
En cuanto a la demanda hotelera de viajeros y huéspedes, crecieron más de un 130% en número y pernoctaciones en dicho periodo, sobretodo por los residentes en España (187%), aunque también por un notable incremento de extranjeros (107%). El grado de ocupación también experimenta un avance importante: Del 39% en 1974 al 61% en 1998. Sin embargo, la estancia media se mantiene invariable en 4 días en todos esos años.
Benidorm (Alicante), paradigma del "sol y playa" del turismo español. |
Por último, Félix Tomillo Noguero aporta diversos datos que reflejan la situación del sector hotelero en España a finales del siglo XX. Por ejemplo, sobre la distribución geográfica (más del 75% de los hoteles se ubican en el litoral mediterráneo y Canarias), sobre la calidad (el 78% de las plazas son de hoteles de 3, 4 y 5 estrellas; el 64% de los hoteles tiene menos de 20 años de antigüedad), sobre las pernoctaciones (el 75% son protagonizadas por españoles, alemanes y británicos), sobre la estacionalidad (el 40% de las pernoctaciones se concentran en la época estival), sobre el empleo (176.879 trabajadores en 1998), sobre el peso en la economía española (1,38% del PIB), sobre la productividad, estructura de costes y un largo etcétera.
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